Son varias las cosas que me están descomponiendo, unas de mayor y otras de menor importancia. Hace mucho tiempo que no me sentía así, sin ganas de nada, triste sin motivo.
Hoy, de camino al trabajo, vi una escena que me trastocó: un gato cachorro, se encontraba revolcándose, después de haber sido atropellado, inmediatamente los vehículos en circulación le pasaron por encima, terminando con su dolor.
Me sentí impotente, con todo y que los gatos no son de mi agrado; en general, siento agrado por la mayoría de los animales y me entristece verlos sufrir. Más me entristece, no poder hacer algo por ellos.
Después de quince años de vida, mi perrita chihuahua, es decir, la más viejita de los tres que había en casa de mis padres, tuvo que partir. Vivió una vida plena, llena de cuidados y cariño, por eso no lloré tanto en su ausencia.
Pero no puedo dejar de pensar todos los momentos lindos que nos hizo vivir.
No sé si eso, el gato atropellado, mis deudas o la pronta intervención quirúrgica de mi madre, es lo que me tiene tan triste y deprimida.
El gato atropellado me hace ver que podemos estar muriendo y a nadie le importa.
Mis deudas me recuerdan que sigo con vida y tengo el compromiso de vivir para pagarlas.
Las ganas de mi madre por vivir y el temor de “que algo salga mal”, me hacen transmitirle el único optimismo que me queda.
Mi perrita, el mejor ejemplo de que todo tiene un fin.
Hoy, de camino al trabajo, vi una escena que me trastocó: un gato cachorro, se encontraba revolcándose, después de haber sido atropellado, inmediatamente los vehículos en circulación le pasaron por encima, terminando con su dolor.
Me sentí impotente, con todo y que los gatos no son de mi agrado; en general, siento agrado por la mayoría de los animales y me entristece verlos sufrir. Más me entristece, no poder hacer algo por ellos.
Después de quince años de vida, mi perrita chihuahua, es decir, la más viejita de los tres que había en casa de mis padres, tuvo que partir. Vivió una vida plena, llena de cuidados y cariño, por eso no lloré tanto en su ausencia.
Pero no puedo dejar de pensar todos los momentos lindos que nos hizo vivir.
No sé si eso, el gato atropellado, mis deudas o la pronta intervención quirúrgica de mi madre, es lo que me tiene tan triste y deprimida.
El gato atropellado me hace ver que podemos estar muriendo y a nadie le importa.
Mis deudas me recuerdan que sigo con vida y tengo el compromiso de vivir para pagarlas.
Las ganas de mi madre por vivir y el temor de “que algo salga mal”, me hacen transmitirle el único optimismo que me queda.
Mi perrita, el mejor ejemplo de que todo tiene un fin.