junio 19, 2008

Hoy es jueves.

Hace como diez años, cuando me iniciaba en mis responsabilidades de adulta, sin serlo, pasaba una cosa muy extraña con mis conocidos de oficina y conmigo: los jueves pasaron a identificarse como “jueves trágicos”, puesto que por cosas de la suerte, destino o los dioses, cada jueves, alguno de nosotros vivíamos un mini-drama que por lo regular llevaba implícita la ingesta voluntaria de bebidas embriagantes, es decir, que por andar de borrachos todos juntos o cada quien por su lado, terminábamos cagandola bien gacho y cargando a cuestas los viernes, una cruda tanto física como moral.
Recordé lo anterior, porque desde hace aproximadamente más de un mes, cada jueves, por suerte, destino o porque Dios así lo está queriendo, me vuelvo un poquito más loca, dentro de este drama que he estado viviendo, que aclaro, nada tiene que ver con el acohol.
He intentado de todo para sobrellevar esta carga que traigo a cuestas, porque la depresión ya es insoportable tanto para mí como para mis seres queridos. La paranoia y la psicosis siguen, se han vuelto mis amigas, a falta de verdaderas y cada jueves desde hace poco más de un mes, como si fuera un chiste, llega a mí, información que hace que me desestabilicé mentalmente.
Hoy mientras me cepillaba los dientes y me veía en el espejo, antes de irme a trabajar, me dije: Es jueves, ¿cuál novedad será la de hoy?.
En efecto, hubo una novedad que aunque no debiera haberme afectado en nada, provocó que mi ánimo llegara casi hasta el mismo infierno y la tristeza me hiciera recordar que es la dueña de este cuerpo.
¿Cuándo pasará?